lunes, 16 de junio de 2008

Notas de lector cuentos de Salinger

“Un día perfecto para el pez plátano” - J.D. Salinger


Con este cuento de Salinger me sucedió algo extraño al leerlo. Durante toda la primer parte del texto, uno se la puede pasar especulando con que sucederá luego de esa charla telefónica, que le deparará la historia a esos tan entreverados personajes, cuál puede llegar a ser la reacción y cual ha sido el trauma de Seymur Glass, por el cual la madre de su pareja le teme tanto. Sin embargo, al dar vuelta la página 17 se puede creer, si no se lee con atención, que se ha cambiado de historia, que se está leyendo otro cuento. Esto es efectivamente lo que me sucedió a mí en la primer lectura, siendo que encontraba relación alguna entre un fragmento y el otro, lo cual me llevó a dudar inclusive de la confección de la fotocopia.
Sin embargo, en una segunda lectura se pueden empezar a atar ciertos cabos, a través de nombres, leyendo epígrafes y demás, como para comprender mejor así la historia. Sin embargo, sigue sin ser tarea sencilla poder conectar las realidades de una y otra. Se manejan más de una historia en paralelo dentro de la estructura de la narración, donde se comparte lugar físico, algún personaje y sólo situaciones que funcionarán a modo de “pistas”. Esos trozos de historia se unen luego de leer la nota producida por Sandra Russo.
Sin lugar a dudas, no es una texto para leer de forma rápida y pasajera, porque sino muy probablemente nos quedemos con el sinsentido de la primer visión, carente de coherencia a la hora de reconstruir la trama.

“El hombre que ríe” - J.D. Salinger

En este cuento se vuelve a dar la conjunción de una historia principal y una secundaria dentro de la misma narración. Luego de que uno se puede introducir y comprender las actividades de estos niños que se juntan y disfrutan las aventuras y desventuras de este “héroe comanche” y a practicar deportes, surge una figura femenina que viene a descompaginar un poco esa escena y darle otro camino, otra actitud a la figura del jefe, tal es así que termina alterando las mismas historias narradas de “el hombre que ríe”, motivo fundante por el cual estos niños se reunían.
Se mantiene esta estructura parecida, donde no se dan todos los datos al lector, donde uno debe inferir que es lo que sucede entre el jefe y la señorita Hudson, pero al mismo tiempo, gracias a la buena capacidad descriptiva, se puede ver claramente al grupo de niños en el autobús viejo, o la misma cara de su conductor, entendiéndose y compenetrándose en la historia desde la visión de uno de sus integrantes. El final, por cierto un tanto triste, resume hacia donde termina yendo la historia.

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