El proceso de escritura del ensayo fue el último vivido luego de una ardua cursada de producciones literarias, algunas nuevas y desconocidas, y otras habituales pero reformuladas. Sin embargo, en esta ocasión, donde el espíritu del cuerpo del texto es de una tendencia argumentativo, podría decir que es en dónde más cómodo me sentí.
Previas charlas en clase sobre el género, y la lectura de los textos de Calvino y Berger, me embarqué a esta ultima tarea encomendada dentro del marco de “no abrir temas nuevos”, sino cerrar temas ya expuestos. A partir de esa premisa, y teniendo en cuenta la persistente insistencia de la profesora sobre este punto, consideré que la mejor opción, para poder darle un “cierre” a la materia, y relacionar los distintos bloques estudiados, protagonizados cada uno por un género distinto, era buscar hacer un resumen de ellos e intentar unirlos, o no, desde lo conceptual y desde la praxis, exponiendo así sobre la mesa las principales características de cada uno y apoyándome sobre un académico como estandarte representante de ellos.
Dejé para lo último, inconscientemente, la lectura del texto de Flusser, siendo que sería finalmente el que más me podría servir para la producción de mi propio ensayo (por no decir en realidad el único, y quitar así el mínimo mérito que encontré al leer a los otros dos autores, y tomarlos como “referencia” en cuanto a su estructura, siempre en el marco de la heterogeneidad del género). ¿O debería decir tratado? Luego repasar los conceptos vertidos por el autor, me queda una duda sobre eso. En ningún momento previamente lo decidí, sino más bien creo que no concebía directamente hacerlo de la forma más coloquial y pasional con la que Flusser intenta describir al ensayo, separándolo de lo académico del tratado.
Repasando, se puede ver que evite el uso del “yo”, buscando ese “nosotros” del estilo académico, utilicé las citas de otros autores (académicos) para apoyarme en ellos y también así “compartir” el peso de lo sostenido, y buscar un asidero o un consenso en ellos, y centré todo sobre el tema, y no sobre el autor. Sin embargo, de a pasajes creo que se puede advertir un estilo “vivo” y una radicalización de la postura cuando nos acercamos al final del texto, y si bien el tema es “erudito”, siento que tal vez en algún momento pudo haberme empezado a perder en él. Entonces, creo que no puedo coincidir con Flusser en esa división estricta (que reconoce como tal en el final de su texto) y que en mi caso tal vez se tome un poco de ambos, pero esto creo estuvo lejos de ser deliberado. Si bien es cierto que nadie piensa “académicamente”, creo que quienes nos manejamos en ese ámbito estamos bastante cerca de hacerlo, aunque no podría negar que eso es una “pose”, pero creo que en tal caso, esto es por una cuestión consuetudinaria y no artificialmente elegida.
Con el intento de abarcar el tema, me fueron surgiendo dudas más allá de la pregunta inicial que propuse como punta pié inicial del texto, para la cual sólo encontré respuestas parciales pero, dentro de mi parecer, satisfactorias para la consigna propuesta.
De la lectura de “Mirar” de Berger y de “Colección de arena” de Italo Calvino puedo rescatar del primero la coincidencia con una parte de la estructura; comienza también con una pregunta, si se quiere retórica, para la cual va intento hallar respuesta. También intenta evitar el “yo” y reemplazarlo por un nosotros. Sin embargo, fuera de estas cuestiones, no he encontrado en demasía herramientas que me sirvan para la escritura de mi propio ensayo.
Fue una buena experiencia esta escritura al igual que las anteriores, pero tal vez hallé en esta otros espacios que antes no. Igualmente, valoro y ampliamente el aporte que ha hecho la materia a mi proceso y capacidad de escritura, y también de lectura, buscando otras aristas a la hora del análisis.
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