Ya grabada la entrevista y transcurridos varios días del suceso, comencé (y finalicé) el proceso de desgabado. Debo aclarar, en primera instancia, que lo encontré un proceso un tanto tedioso y fastiadiante, por su mecanicidad y su lentitud, y por las características técnicas de los elementos utilizados para el proceso; es decir, era un grabador a la vieja usanza, análogo, con el nunca bien ponderado casette. Justamente, por desconfiar de este elemento preferí añadirle otro a modo de "back up", para evitar cualquier inconveniente en la posterior desgrabación, que hiciera que no pudiera acceder a la charla realizada; prendí entonces la grabadora de sonido de mi celular, buscando esa alternativa. Por un momento pensé que me estaba obsesionando con que "algo saldría mal", o que simplemente estaba exagerando. Este pensamiento se disipó rápidamente cuando me senté en mi computadora a transcribir lo hablado, ya que en cierto punto de la grabación, un ruido importante interrumpe nuestras voces para darle lugar a un vacío silencio, donde el único conocimiento vertido, la única experiencia compartida, era simplemente el sonido de la cinta girando... Efectivamente la posibilidad de un inconveniente técnico se hizo realidad, y fue justamente en ese momento donde entré en desesperación por unos segundos, hasta que logré dilucidar que no era tan errónea mi primera idea, y que contaba aún, con una segunda oportunidad: mi teléfono celular...
La calma volvió... la entrevista se transcribió... mi experiencia como pseudo-periodista seguía a salvo...
Ahora sólo resta editarla (fue transcripta en "crudo") para darle el formato requerido para la entrega... entrega que, me intriga, todavía no comprendo bien en su totalidad de que va a constar, pero para ello tenemos un encuentro más como disipador de dudas.
Ahora, a editar (no censurar)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario